Teo Zavala.

Diario EL TIEMPO – Piura. 

La mañana estaba demasiado tranquila para ser martes. Los celulares no timbraban, señal de que algo raro sucedía y al intentar llamar nadie contestaba en otro lado. Poco a poco los nerviosos empezaron  a crisparse;  toda la ciudad estaba incomunicada, bueno no toda. Los teléfonos fijos, de los que casi nadie se acuerda, sí funcionaban, pero es imposible, en estos tiempos encontrar a alguien en casa o en la oficina. Además, se ha perdido la costumbre de utilizarlos.

¿Qué pasó? Intentamos encontrar una explicación en la empresa operadora, Movistar, pero nada. Extraoficialmente alguien que no tenía autorización para decir algo, dijo que una retroexcavadora de una empresa constructora, rompió la fibra óptica.

¿Y nosotros, qué culpa tenemos? Fue la respuesta de los usuarios que llamaban a la Redacción del periódico, para denunciar que no tenían Internet, que no podían comunicarse con nadie, y que “hagan algo por favor”.

Por las oficinas públicas la situación se podría comparar casi casi con un apagón. “No se puede dar el dato del nombre del nuevo gerente de Infraestructura del Gobierno Regional, porque no hay Internet”. ¿Qué? Si pues; la información está en la página Web. Bueno, buscando y averiguando aparece el nombre de César Patiño Gutiérrez, “pero está en reunión y no hay celular para llamarlo”. ¿Cómo funcionaba la humanidad hace quince años atrás, cuando el celular y la Internet apenas si llegaban a unos cuantos privilegiados? ¿Cómo pudimos sobrevivir sin la tecnología?

Las versiones sobre las causas de la caída de la red eran de lo más estrambóticas: “Dicen que es un simulacro para el terremoto que anuncian las científicas rusas para el 21 de setiembre”, decían algunos. Los más avezados sugerían que como Movistar siempre tiene ese tipo problemas, lo mejor era migrar a Claro, en el acto. Y es que los teléfonos, el servicio de Internet de Claro sí funcionaban. Pero, no se podía llamar de Claro a Movistar.

Otros dijeron que estaban instalando una antena de 4 Gb, y por ello se cortó el servicio y sugerían una denuncia “en mancha” a Osiptel y que Movistar devuelva los gastos de taxis que algunos tuvieron que pagar por desplazamientos que se hubiesen ahorrado si el servicio estuviese operativo.

La otra cara se presentaba en las calles. La gente parecía normal - solo parecía-  no hablaba  en voz  alta sola y creo que por unas cuatro horas -los jóvenes- le dieron un descanso a sus orejas y se retiraron los audífonos.  Los choferes se concentraron un poco más en su trabajo y dejaron de espiar las calles y descubrir la falta de policías para hacer llamadas furtivas.

Al mediodía la calma se fue apoderando nuevamente. Primero llegó la Internet y por fin ya se podía brindar información, consultar agendas, revisar los mensajes del Facebook, enviar las cadenas con las maldiciones, sino se reenvían. Es decir, ya todos podíamos volvernos a sentar frente a la pantalla, a vivir normalmente.

Media hora después comenzaron a timbrar los celulares.  Y entonces todos a teclear, Twitter primero, Facebook después y luego a llamar… y todos respiramos tranquilos. Nada de lo sucedido tuvo relación con que hoy se recuerdan 20 años de la caída de Guzmán. No  fue un acto terrorista, no fue un simulacro de sismo. La versión más cercana a la verdad y no confirmada por Movistar, es que hubo una avería en la salida hacia Catacaos. El comunicado de prensa lo estamos esperando y también las disculpas al público, porque cuando los usuarios  tenemos una avería en los bolsillos y no podemos pagar a tiempo, nos cortan el servicio, aunque tengamos toda la buena intención de pagar. 

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