#ElPerúQueQueremos

Bandas mandaron a matar a unas treinta personas

Publicado: 2013-11-11

PIURA.-  Algunas de las dieciocho bandas armadas que operan en Piura, bajo la fachada de gremios de Construcción Civil, estarían detrás de por lo menos treinta crímenes por encargo, cometidos en la ciudad en los últimos diez años, según revelaron a EL TIEMPO fuentes de inteligencia allegadas a la Policía. La mayoría de estas organizaciones se han repartido la ciudad para extorsionar y eliminar a quienes se opongan a sus propósitos, desatando una guerra urbana entre organizaciones criminales, y ocasionando en perjuicio de las constructoras, pérdidas de entre el 5 y 10% del valor de cada obra. ¿Cómo operan estas bandas? Fuimos a preguntárselo a un sicario y a un “asaltante jubilado”. 

El sol seca el concreto armado de al menos cincuenta proyectos inmobiliarios de Piura, mientras voy a conocer a “Calambrito”, uno de los treinta sicarios que operan en esta región. Se trata de uno de los causantes de que las obras de cemento eleven sus montos, debido a las fuertes sumas que deben invertir las constructoras en seguridad. En la puerta de una obra de ampliación de un colegio de Sullana, me espera este “chaleco” (bandolero guardaespaldas) que –asegura- ya no recuerda a cuántos ha matado, y no muestra interés en recordarlo. En esta tarde de octubre, en la capital de una de las cinco regiones con mayor crecimiento inmobiliario del país, según Andina, enormes carteles ofrecen cientos de viviendas del proyecto X y más casas en las urbanizaciones del sector Noroeste; frente a la avenida Progreso de Castilla, un grupo inmobiliario vende lotes para miles de familias; la constructora Y ofrece viviendas en la salida a Catacaos; otros proyectos inmobiliarios tienen a la venta departamentos de primer nivel y terrenos en zonas exclusivas de Piura y Castilla, y, pese al crecimiento de 12,8% del sector construcción de Piura en la primera mitad del año, para el gerente general de Mi Vivienda, Gerardo Freiberg, esto no es ningún boom de la construcción y el sector crecerá aún más, ya que la demanda insatisfecha de vivienda aún es del 50%.

A bordo de modernos automóviles, los ejecutivos de unas diez inmobiliarias con inversiones de entre ocho y cien millones de dólares en la tierra de Miguel Grau, estudian estrategias para aprovechar al máximo un mercado en crecimiento. En este mismo clima de fiebre constructora, siempre rodeados de guardaespaldas y en carros similares o mejores que los de las constructoras, los cabecillas de unas dieciocho bandas de extorsionadores o seudofacciones de Construcción Civil -según fuentes de inteligencia policial-, recorren las obras y vigilan a sus víctimas, dirigentes incómodos, ingenieros o empresarios. Aunque muchos creen que ellos exigen puestos de trabajo, como obreros o chalecos, lo que principalmente les interesa son las extorsiones, debido a las fuertes sumas que cobran.

Mientras lee este reportaje, pueda que la empresa que construye el edificio, donde usted acaba de separar un departamento, esté pagando veinte mil o cincuenta mil soles a uno de estos grupos delictivos, o pague los servicios de dos “chalecos” para que protejan la obra del acecho de otros maleantes. Algunos bandoleros entrevistados para este informe, aseguraron que las constructoras les pagan extorsiones de entre el 5 y 10% del presupuesto de cada obra. El presidente de la Cámara Peruana de la Construcción Piura, Estuardo Chávez, los desmiente y asegura que las empresas solo les dan el 1%. “Nadie te dice cuánto, ni cómo les dan, nunca lo admiten, pero el problema de los extorsionadores existe y en el presupuesto de obra, las constructoras ya consideran un porcentaje como seguridad”, dijo. Chávez también es constructor y recuerda que hace dos años tuvo que pagar dieciocho mil soles para poder terminar una obra de alcantarillado valorizada en dos millones de soles, en Sullana. “La delincuencia aumenta y el Estado no hace casi nada para defender a las empresas”, me dijo un maestro de obra, negándose a revelar su identidad y sin dar cifras reales de las extorsiones que sufre su empresa. Las ganancias de los delincuentes deben ser tan jugosas para que algunos cabecillas compren el silencio de algunos malos policías, encargados de combatir estos delitos, con sobornos de hasta cinco mil soles mensuales, señaló otro informante allegado a la Policía. Confirmó incluso que de modo similar a las pandillas, las bandas armadas ya se repartieron cada ciudad piurana por sectores. Las rivalidades por el dominio de cada cuadrante urbano, o las luchas por el poder entre cabecillas, originaron en los últimos diez años unos treinta crímenes por encargo.

“Chino Panta”, “El Ojón”, el coordinador del gremio de San Pedro, Jonatan Jared Cortez Sandoval (26), la dirigente castellana Flor de María Rojas Ojeda (48), “Tía Flor”, Edgar Gonzales Ruiz (43) son solo algunos de los dirigentes asesinados. Los autores de estos homicidios fueron en su mayoría sicarios de otras ciudades, la mayoría de entre 19 y 28 años, según fuentes de inteligencia policial.

Ahora mismo en una calle solitaria de Sullana, después de varias semanas de espera, estrecho la mano pesada y áspera de uno de estos matones a sueldo. A pocos centímetros de mí, después de reiterados pedidos de mi acompañante un oficial encubierto, y al amparo de los vidrios oscuros del auto en que acabamos de llegar, “Calambrito” me explica cómo los cabecillas o dirigentes deciden que alguien “se va, porque se tiene que ir”, es decir morir. Antes de hablar con él, otro sicario se negó a hablar para este informe. “Yo soy matón de alto vuelo. Con eso que me ofreces me insultas. Con la información que te dé vas a vender mucho periódico. Entre gitanos no nos vamos a leer las manos”, dijo. Ojos inquietos, gafas oscuras, cabello rapado y una obsesión por asegurarse que no están siendo grabados con cámaras ocultas, son rasgos comunes de estos matones a sueldo. “Calambrito”, por ejemplo, altera el tono de voz cubriéndose la boca, aunque le insisto en que no está siendo filmado.


 -¿A cuántos has matado?

-No voy a contestar eso.


-¿En Piura más se mata por narcotráfico o por líos de construcción?

-Por construcción. Mira papá, te voy a contar. Las cosas son así, cuando varios grupos peleamos por una obra grande, si uno malea al otro, nos reunimos las cabezas, coordinamos y decidimos que ese muchacho se va, porque se tiene que ir. ¿Por qué? Porque prácticamente está haciendo tierra.


-¿Hacer tierra es invadir la zona donde opera un gremio rival?

-Sí mi Padre, es cuando alguien malea la chamba, te quita el trabajo, se interpone en tus planes, ¿me entiendes?… cuando se rebaja ante el empresario. Y la cuestión no es rebajarse, sino exigirle para que la población viva tranquila, gane de acuerdo a ley y se consiga trabajo para todos.


-¿Qué te mueve a matar, aparte del dinero?

-Uno lucha por el obrero, que vive de su trabajo y uno vive de su habilidad. El objetivo (a eliminar) puede ser un secretario, “chaleco”, el que se cree sabio, o el más malo del otro grupo, entonces ese gremio se va a la m., para que la población viva tranquila.


-¿Cuántos muertos dejaron los matones de enero a octubre de este año en Piura?

-Finados deben ser unos diez.


-¿Por qué hay muy pocos sicarios presos?

-Porque nunca se llega a saber quién es el que mató. Decidido el objetivo, traemos de otro lado un par de camicaces (sicarios), se reúne la gente, se compra las cosas, armas, todo nuevo para que después del trabajo huya no nomás. Es el curso que seguimos para darle vuelta a un malero, a un atorrante. Le hacemos un reglaje a la víctima, averiguamos cómo sale, cómo llega, con quién anda, quién la recoge, si usa máquina (arma) o no. Luego esperamos el tiempo en que “se bote”.


¿Se bote?

-Cuando esté solo, parado en una esquina entonces ¡plo! le caemos. Y se va. Ya no vuelve.


Escrito por

El Tiempo

Diario ciudadano


Publicado en

gua 3.0

Just another Lamula.pe weblog